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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Miradas

Ahí quedaste. La vida te colocó una venda en los ojos que borraba todo rastro de mí, y ahora puedes ver un mundo en el que simplemente ya no existo. Caminar tranquilo por la calle sabiendo que no te darás de bruces con mi presente, hablar con la gente habiendo olvidado que un día nos tuvieron en común, volver a los sitios que compartimos juntos sin tener que guardar prudencia, sin miedo a toparte con mi recuerdo, y rehacer tu vida como si yo nunca hubiera estado en ella. Se consumió el cristal de tus gafas que antes me buscaban, se te emborronó la mirada y la venda mental hizo el resto. Ahí quedé. La misma vida que a ti te cegó de mí, conmigo no fue tan gentil. No me ofreció visión selectiva para el corazón, sino un par de binoculares que analizan de cerca una obra. El escenario está prácticamente vacío, es una habitación desamueblada casi en su totalidad, fría y gris. Sólo una cama, en la que están los fantasmas que fuimos, de espaldas, sin mirarse. Cada vez que me coloco las lente

Siempre nos quedará París

La mujer se levantó del sofá para preparar más té; la primera tetera se había acabado y yo no había sabido disimular cuando ella me había preguntado si quería más: dije que sí. Me encanta el té moruno, es sin duda mi infusión favorita, y el más bueno de todos es el que prepara un marroquí. Lo consumen casi desde que nacen, aprenden a prepararlo desde muy jóvenes, y lo hacen durante toda su vida, a diario. Les sale, por supuesto, de manera especial. Con tantísimo sabor a hierbabuena, dulce, dulcísimo, a la par que los dulces bañados en miel que siempre lo acompañan, con forma de triángulo y rellenos de almendra, o rollos retorcidos crujientes, o tortitas esponjosas que untan con más miel. Dulces. Dulces como el ambiente, como el hogareño suelo lleno de alfombras de colores vibrantes, como el niño y la niña de ojos enormes y brillantes que me miraban con interés, como las historias de un lugar lejano que contaba el anfitrión, como el paquete de hojas de té verde que me regalaron. Todo e

El camino de tu tinta comienza hoy a caminar

El camino de tu tinta comienza hoy a caminar esculpiendo artículos casi con aire de poesía, que sirven de almohada a esa literatura sentida sintiendo ella un nuevo corazón convencido desde el instante en que te decidiste a acertar. A acertar aceptándote a ti misma con un futuro que reverdece y a mi fuero si te miro escribir mientras miras de improviso, sin poses de foto, para observar la realidad que tienes que sentir desde la piel hasta tu frente, pasando por cada uno de tus verdes nervios, con tantos colores y estilos como una suerte de tintas, parte de la misma naturaleza que cualquier ecosistema que hoy siente que es ella misma viéndose como la niña que nunca has dejado de ser realmente ella, y que hoy comienzas a escribir tus sueños como cuando soñabas soñar mientras no podías salir de los teoremas. El camino de tu tinta siempre lleva a un agua que no sé por qué pero me inspira a escribir caminando por la calle mientras mi camino más le